Hace años comencé a leer en internet que las pelis de
Disney no aportan valores positivos para la mujer, que no nos enseñan cómo es
la vida real, que nos venden un tipo de relación amorosa que no existe... y así
un sinfín de ideas más.
Pues qué queréis que os diga, desde que tengo uso de razón
esas películas me han hecho sonreír. Y aprender.
Aún sabiéndome los diálogos de memoria de películas como La
sirenita, Mary Poppins, La tostadora valiente, Cariño, he encogido a los niños,
Colmillo blanco... nada me llevó a pensar que debía quedarme en casa a, por ejemplo, esperar
al hombre de mi vida y que todo, tras el primer beso, sería perfecto y
comeríamos perdices.
Los niños reciben los valores no del cine, sino de las personas de su entorno más cercano, es
ahí cuando su confianza se asienta. Mis padres (y mis maestras) alimentaron esa forma de ser
mía: si quiero algo trabajaré hasta conseguirlo.
Mi amiga María, la maestra más genial que conozco y a la que todos los niños quieren, coincidirá seguro conmigo.
Creo que no se deben mezclar dos
conceptos que nada tienen que ver. El cine tiene numerosos propósitos. El más
importante es contar historias. Y las películas de Disney, bajo mi punto de
vista, nos han contado -y nos cuentan (WALL-E y Ratatouille, más nuevas, son de las mejores
películas de Disney)- historias preciosas. De lucha, de superación, de amistad,
de amor (de toda clase), de ilusión, de pérdida, de aceptación. Creo que son
grandes valores.
La última, de hecho, ha sido algo totalmente inesperado. Ha
sido pura evasión. Hace meses escuché a Lana del Rey cantando Once upon a dream,
la canción principal de la película Maléfica. Indagué un poco entonces y solo
leí críticas regulares. Algunas bastante malas. Así que me quitaron las ganas
de ir al cine.
Ayer, después de días muy duros de trabajo, tenía unas horas
libres por la tarde y como estoy acatarrada decidí sentarme sobre el sofá con
la infusión de eucalipto cerca y me puse a ver Maléfica sin muchas
expectativas.
Después de hora y media que ha parecido correr más de lo
habitual, he terminado con una sensación muy positiva. La historia me ha
enganchado y me ha mantenido en vilo hasta el final, además de un desenlace que
no esperaba en absoluto.
Esta versión es novedosa, distinta a la clásica de Disney, pero nos
habla también del amor. De otro tipo de amor.
He buscado a los guionistas (a veces me gusta conocer a esas
personas que trabajan en la sombra y nos hacen disfrutar como enanos mirando
una pantalla) y encontré un nombre de mujer: Linda Woolverton.
Leí sobre su trayectoria y de nuevo unas cuantas sorpresas.
La primera: esta mujer es la guionista de El rey león y de La bella y la
bestia, entre otras muchas. Quizá mis dos películas Disney favoritas. Esa mujer
tiene un don, sabe llegar al espectador y tocarle ahí dentro. Y hacer que esas
historias vivan dentro de nosotros para siempre. Me parece casi mágico.
![]() |
La guionista Linda Woolverton |
La segunda cosa que descubrí es que para llegar a hacer
estos impresionantes guiones, antes tuvo un largo recorrido en ese mundo.
¿Recodáis la serie Chip y Chop? o ¿Daniel el travieso? Pues
algunos capítulos los escribió ella.
Esto me ha llevado a
pensar algo que me ha hecho gracia y que me ha impresionado: esta guionista-escritora, empezó
por la base, por lo más simple.
Comenzó escribiendo historias de veinte minutos
que casi nadie recuerda hoy. Pero trabajó día tras día, se instruyó, aprendió y
mejoró hasta llegar a hacer películas que, nos gusten más o menos, forman parte
de la cultura mundial.
Me gusta pensar que los nuevos escritores tenemos ese
potencial. (Digo “tenemos” incluyéndome a mí con la boca muy pequeña.)
Me gusta alternar lecturas de clásicos con nuevos
escritores, y de estos cada mes, cada semana prácticamente, cae alguno en el
panorama literario. Creo que es algo muy grande.
Que las editoriales se hayan abierto a publicar a personas desconocidas abre el abanico de posibilidades de encontrar a alguien brillante. Solo hay que esperar unos años en los que esa persona trabajará duro. Linda escribió guiones de Daniel el travieso en el 88. Y El rey León en el 96.
Que las editoriales se hayan abierto a publicar a personas desconocidas abre el abanico de posibilidades de encontrar a alguien brillante. Solo hay que esperar unos años en los que esa persona trabajará duro. Linda escribió guiones de Daniel el travieso en el 88. Y El rey León en el 96.
Lo dicho, en unos años habrá estrellas literarias
brillando en las librerías.