Buenos días, amigos.
Hace un mes terminé de escribir el primer borrador de mi última novela. Lo estoy dejando enfriar para releerlo cuando haya reposado y mejorarlo cuanto se me ocurra. Cada día que pasa y nos acerca al otoño esa tarea está más próxima. Y me encanta.
A la salida del registro. |
Estamos a un par de días para que el otoño de este año haga oficialmente su entrada. La última vez que escribí en el blog lo hacía en pantalones cortos, camiseta de tirantes y viendo en mi termómetro una temperatura de 27 grados.
Hoy marca 23 y estoy un poco más abrigada (he tomado prestada una chaqueta de mi marido). Y me encanta.
No sé la razón, pero para escribir (y para leer y para ver una película) prefiero los días fríos, lluviosos, tormentosos. La sensación de refugiarme en mi teclado y mis ideas es más cálida cuando veo el cielo enfadado. Todas esas idas y venidas de viento y agua encienden mi mente.
Este mes que he pasado sin escribir en el blog hemos caminado del cielo azul al blanco brillante de las últimas tormentas de verano. He aprovechado para leer todo lo que he tenía entre manos y he visto menos películas de las que me habría gustado. Espero corregir ese detalle en los meses que vienen.
Una de mis mejores lecturas ha sido La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón. Tenía muchas ganas de adentrarme en ese libro pero no ha sido hasta hace unos días que descargué desde amazon una muestra. Quedé tan impactada (los pelos de punta, literal) que me vestí y corrí a comprarlo a la única librería que estaba abierta a esas horas. Me hice con el último ejemplar que tenían a la venta y al cogerlo entre mis manos no me sorprendió en absoluto que fuera una 100ª edición.
Esperé a que el tiempo empeorara, y el viernes por la tarde por fin retomé su lectura. 24 horas después lo había terminado con la firme sensación de que esa novela ya era una de mis favoritas.
Es una novela de imágenes. No me extraña que su autor esté convencido de que no se puede hacer una adaptación audiovisual mejor de lo que es la novela. Imposible.
Es una novela de amor, de misterio, de imaginación, de buena y mala gente, de suerte y de casualidades, del destino, de la unión (conocida o no) con los demás, de oportunidades, de la vida.
Si no tenéis nada a la vista para leer los próximos días, esperad a un día de lluvia, viento o nieve y empezadla. Os encantará.
En Salamanca teníamos una miniversión del Cementerio de los libros olvidados. Era una pequeña librería situada en un local de otra época cerca del centro de la ciudad. Se llamaba El Buscón. Ayer vi que ya no estaba, había cerrado.
![]() |
Interior de la librería El Buscón, en Salamanca. |
Fue la librería que mi marido visitaba casi cada día antes de conocerme. Y a la que me llevó en mi primer cumpleaños juntos. La última vez que estuvimos compramos 1984 (otro de mis favoritos) y una primera edición de Sin blanca en París y Londres, ambas de George Orwell. Con ella se van muchos recuerdos de algunos salmantinos. A todos esos libros olvidados les deseamos la mejor suerte. Lo mismo que a Celedonio, su dueño.
¡Feliz Otoño, amigos!