Hace días que tenía pensado escribir este post pero hasta hoy no he encontrado el momento para hacerlo. Algunos proyectos importantes de mi otra vida profesional están a punto de tomar forma y reclaman gran parte de mi tiempo activo. A pesar del cansancio, de los nervios y de la invasión, con el consiguiente "bloqueo autoimpuesto", de la parte creativa (y divertida) de mi cerebro, está mereciendo la pena. Y ya queda menos. Lo cual es una noticia maravillosa para este blog y para mi siguiente novela.
Al abrir el correo electrónico me he topado con un email de Amazon en el que incluían un extracto de un artículo titulado Vida más allá de la escritura, de Richard Ridley. Os dejo la última parte, explica muy bien cómo hierve el cerebro de los escritores.
"La inspiración puede llegar de algo tan simple como un paseo por una calle abarrotada en el que descubrimos el modo en el que una chica juguetea con su pelo mientras habla con alguien por teléfono. Ese jugueteo con el pelo puede evocar el pensamiento de "y si...". ¿Y si juega con su pelo porque vive ocultando un terrible secreto? ¿Y si ese terrible secreto estuviera a punto de atraparla? Nos vemos bombardeados por cientos de ideas así cada día. No las buscamos, pero están ahí, esperándonos virtualmente detrás de cada esquina.
Por eso, quizá no exista una vida más allá de la escritura. Apagar esa parte del cerebro simplemente sería impensable. Pero sí existe una manera de vivir felizmente y en calma con este estado de "permanente alerta". Lleva un bolígrafo y un pequeño cuaderno contigo. Si una idea te alcanza en medio de la nada, anótala y sácala de tu cabeza. Es una red de seguridad que te permitirá liberar la idea y seguir con tu vida... hasta que llegue la siguiente, claro está."
Cuando terminé, imprimí y encuaderné en espiral las casi 250 páginas DinA4 de "Las hojas de Julia" sentí que empezaba un capítulo del que no tenía el más mínimo conocimiento: "COMERCIALIZAR LA NOVELA".
Por suerte estamos en el 2013 e Internet nos lo pone fácil.
Tras horas de estudio y anotaciones tenía un plan aproximado de lo que debía hacer, resumiendo para no aburrir a nadie, consistía en intentar dar a conocer mi obra a personas/empresas dedicadas al mundo de la edición de libros.
- Primero elegí algunas editoriales ("Por que, ¿quién necesita un agente literario?" -pensé uno de esos días).
- Días después seleccioné algunos agentes literarios ("Su papel es fundamental" -repensé animada en gran medida por la historia de algunos escritores noveles que disfrutan de éxito actualmente como Dolores Redondo o Paul Pen).
Y ahí terminaba el plan inicial. El siguiente punto era esperar una respuesta.
Pero existía un gran pero en ese plan. La falta de plazos en la resolución.
La idea de estar esperando indefinidamente a que una sola persona disfrutara de la novela tanto como para dar el siguiente paso en la cadena, me aburría.
Con la maquinaria en marcha, con el cerebro hirviendo cada tarde y cada mañana ¿quién puede esperar? Yo no.
Porque yo no escribo para dejar mis historias en el ordenador. Escribo para que las personas que las lean puedan vivir un poquito más a través de ellas.
Para que sientan la emoción de las experiencias que uno no podrá vivir, para que se recreen en lo bueno (y en lo malo) de la vida, para que recarguen de energía sus propias vidas y se sientan un poco más grandes cuando salgan de casa. Para que recuerden que la vida siempre es bonita.
Y también escribo por mi, porque con la cabeza acumulando ideas cada hora del día, es casi imposible no hacerlo.
Así que está en marcha la tercera parte del plan: publicarla en Amazon. Ya falta poco, unos cuantos trámites más y estará lista. Con suerte será un buen regalo de Navidad para este año.
Feliz día amigos.